En el principio,» lo que Es» era todo lo que había, y no había nada más.Pero «Todo Lo Que Es» no podía conocerse a sí mismo, pues» Todo Lo Que Es» era todo lo que había, y no había nada más.
Así, «Todo lo Que Es»… no era, ya que, en ausencia de cualquier otra cosa, «Todo lo Que Es» no es.
Ahora bien, «Todo lo Que Es» sabía que era todo lo que había; pero eso no era suficiente, puesto que sólo podía conocer su total magnificencia conceptualmente, no experiencialmente. Sin embargo, es la experiencia de sí mismo lo que anhelaba,puesto que quería saber que le apetecía ser tan magnífico. Aun así eso era imposible, ya que el propio término magnífico es un término relativo.
«Todo lo Que Es» no podía saber que le apetecía ser magnífico a menos que lo que «no es» lo descubriera.
En ausencia de lo que «no es», «lo que Es» no es.
Lo único que «Todo lo Que Es» sabía es que no había nada más. Así no podía, ni lograría nunca conocerse a Sí mismo desde un punto de referencia exterior a Sí mismo: dicho punto de referencia no existía.
Sólo existía un punto de referencia, y era el único lugar interior. El «Es- No Es». El «Soy – No Soy».
Esta energía decidió experimentarse a Sí misma como la total magnificencia que era. Para ello, se dio cuenta de que habría de utilizar un punto de referencia interior.
Se hizo el razonamiento de que cualquier parte de sí mismo había de ser necesariamente menos que el total y, por tanto, si simplemente se dividía a sí mismo en partes, cada parte, al ser menos que el total, podía mirar al resto de Sí mismo y ver su magnificencia.
Así, «Todo lo Que Es» se dividió a Sí mismo, convirtiéndose en lo que es esto y lo que es aquello.
Por primera vez, existían esto y aquello completamente separados lo uno de lo otro. Y aun así, existían simultáneamente; tal como sucedía con todo lo que no era ninguno de los dos.
Así, de repente existían tres elementos: lo que está aquí; lo que está allí; y lo que no está ni aquí ni allí, pero que debe existir para que aquí y allí existan.
Es la nada la que sostiene al todo. Es el no-espacio el que sostiene al espacio. Es el todo el que sostiene a las partes.
Extracto del libro «Conversaciones con Dios» de Neale DonaId Walsch.
Espero lo disfrutes.